2 de marzo de 2012

Francia obliga a todos los vehículos a llevar un alcoholímetro

"Todo conductor de un vehículo terrestre con motor, a excepción de un ciclomotor, debe demostrar la posesión de un alcoholímetro" que cumpla "las condiciones de validez, en particular la fecha de vencimiento, previstas por su fabricante", dice el decreto publicado en el Boletín Oficial.
El Gobierno francés aprobó ayer 1 de marzo, la medida que obligará, a partir del 1 de julio de 2012, a todos los vehículos a llevar un alcoholímetro en Francia. La nueva normativa permite a los ciudadanos un plazo de cuatro meses para implementar el dispositivo. Todos aquellos que no cuenten con el alcoholímetro en fecha, deberán abonar una multa de 11 euros.

Esta sanción es inferior a otras multas, como por ejemplo, no llevar chaleco y triángulos (135 euros). A su vez, no basta sólo con tener el alcoholímetro en el vehículo, también debe estar en buenas condiciones, tener un certificado y una fecha de caducidad vigente.
La nueva medida no sólo se implementa para los ciudadanos franceses, sino también para cualquier vehículo extranjero que transite por territorio francés. La única excepción a la normativa son los ciclomotores que tengan menos de 50 centímetros cúbicos.

Además, está previsto revisar en los próximos meses la legislación francesa para permitir que un juez pueda imponer a una persona condenada por haber conducido bajo los efectos del alcohol, la obligatoriedad de introducir en su vehículo un alcoholímetro que impida que arranque, si este dispositivo no indica “sobriedad”.
En este sentido, los autobuses ya están obligados a llevar alcoholímetros antiarranque, que impiden la puesta en marcha del vehículo en caso de dar positivo, una medida que afecta a todos los autocares nuevos desde enero de 2010 y que afecta a todos los escolares a partir del inicio del curso de 2015.
No sólo eso, los ómnibus en Francia también cuentan con este dispositivo, que en caso de dar positivo cuando sube un cliente, lo hacen bajarse del vehículo.

Desde principios de diciembre, las discotecas y bares con ambientes musicales abiertos hasta la madrugada (en total unos 5.500 establecimientos) tienen también la obligación de tener a disposición de sus clientes algún tipo de "dispositivo químico o eléctrico certificado que permita la detección de impregnación alcohólica". Los responsables de estos establecimiento deben garantizar que los alcoholímetros estén disponible en un plazo de 15 minutos y situados cerca de las salidas, visibles y señalados con un cartel.
Según el portavoz de la Seguridad Vial francesa, la medida trata de “invitar al autocontrol de los conductores” y no busca recaudar dinero a través de las multas.
Esta medida fue impulsada por el presidente francés, Nicolas Sarkozy, en el mes de noviembre, con el objetivo de disminuir la cantidad de accidentes de tránsito vinculados al consumo excesivo de alcohol.
Desde que se instalaron en forma masiva radares en las carreteras del país vecino, lográndose reducir en 10 km/hora la velocidad promedio de los vehículos, la velocidad dejó de ser la principal causa de mortandad en carretera. Este lugar lo ocupa ahora el alcohol: un 31% de los accidentes automovilísticos mortales se debe a este factor.

En 2011, 3.970 personas perdieron la vida en las carreteras francesas, donde el número de fallecidos ha descendido durante diez años consecutivos.

Por lo tanto, el respeto efectivo al límite legal de alcoholemia (0,5 gramo por litro de sangre) es el nuevo objetivo de las autoridades lusas.
Según una encuesta publicada por el diario Ouest-France, 61% de los franceses está de acuerdo con la medida. En este sentido, la asociación 40 Millones de Automovilistas apoyó la medida, pero señaló la necesidad de "intensificar la presencia de las fuerzas del orden en el terreno para llevar adelante controles puntuales".
Los tests de alcoholemia pueden hacerse mediante dispositivos químicos o electrónicos. Francia es uno de los últimos países de Europa en el cual se sigue utilizando masivamente el test químico, mientras que los demás gobiernos ya han optado por el etilómetro electrónico, más caro pero mucho más preciso.

Los alcoholímetros obligatorios son fabricados por dos empresas francesas y se venden entre uno o dos euros.

Sin embargo, la nueva medida basada en el "autocontrol" presenta varias dificultades.
  • ¿Cómo puede la policía controlar a un automovilista que acaba de autoevaluarse y que por lo tanto ya no tiene un alcoholímetro? ¿Deberá confiar en su testimonio?
  • Otro obstáculo es el momento en el cual se realiza el test. La tasa máxima de alcoholemia se alcanza entre 30 minutos y una hora después de la última ingesta. Por lo tanto, si un conductor se hace la prueba apenas termina de beber, ésta puede arrojar un falso resultado negativo y, sobre todo, exponerlo a una multa 45 minutos más tarde.